Día de vida

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Día de muertos, día lleno de vida. Foto: Néstor Ramírez

Por Néstor Ramírez Vega

En la actualidad hay muchos defensores de la fiesta del día de muertos, festividad en la que más que un día de luto es una jornada de conmemoración, de homenaje, para recordar a quienes han emprendido su encuentro con Mictecacíhuatl, mujer Mictlantecuhtli,

La muerte es una mujer, una dama de la alta sociedad a partir del personaje creado por Posadas; alguien que seduce, que persigue y que con su bella voz atrae a los marineros hacia las grandes torres de piedra. La muerte, santa patrona para algunos, busca compañía, pero aleja a las personas de la compañía de sus seres queridos y no tan queridos.

No quisiera llamarlo día de muertos, sino día de vivos, de fiesta interminable en las calles, en las casas, porque es el momento en que regresan los muertos a nuestras moradas. Entre viento, pasos y los nuevos disfraces-hombres lobo-momias-monster high regresa el recuerdo del abuelo, del primo, del hermano e incluso del maestro y del ídolo.

Cempasúchil, copal, agua, dulce de calabaza, tequila re-montado. Calaveras de azúcar, de chocolate, rito supra real, poema popular que con colores y aromas traen la memoria más lejana, la lágrima más cercana.

Día de muertos, de los fieles difuntos, de aquellos que en algún lugar, que no es de la Mancha, siguen el camino de esta vida terrenal subiendo los siete peldaños; mezcla de la colonia y lo prehispánico. Serpiente, eclipse, humo de copal, una vida más allá.

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