Por Néstor Ramírez Vega
Bestiario es la opera prima del escritor Julio Cortázar. Compuesta por ocho relatos, en este libro el lector encuentra ya un estilo fantástico que invita a pensar y adentrarse en la narrativa cortazariana.
«Circe» es el sexto cuento del libro, en donde Cortázar cuenta la relación de Mario y Delia Mañara, una joven, hija única, cuyos dos ex novios fallecieron por causas diferentes, pero que tienen cosas en común. La muchacha no es una chica común, entre sus actividades están tocar el piano y crear licores y bombones.
Es inevitable que al leer este relato uno recuerde la figura de Remedios, la bella, de 100 años de soledad. Una de las cosas en común es que los ex novios de Delia tuvieron accidentes en la cabeza al morir. En la obra de García Márquez, el joven que mira a Remedios, la bella, cuando toma una ducha cae y su cabeza se abre, de ese recipiente roto sale un líquido con un aroma exquisito, pero mortal.
Delia y Remedios, la bella, son personas divinas, la primera (haciendo alusión al mito griego) es hija de divinidades griegas, además de hechicera; la segunda, es descendiente de los fundadores de Macondo y es elevada por los cielos.
Sería esta divinidad y la belleza de ambas mujeres una de las razones por las que sus enamorados caen a sus pies, literalmente, pero uno de los motivos más fuertes son su magia, la cual está ligada a la muerte. Esta pasión (o amor) que Circe causa en sus enamorados los lleva hasta la completa distracción, la pérdida del yo, hasta perder la cordura y volverse sus animales.
Cortázar retoma el mito griego y el papel de la hechicera en La Odisea, uno de las dos magnas obras de Homero. Circe ofrece un banquete a los compañeros de Ulises, pero ella los convierte en bestias (según su carácter pueden puercos, perros u otro animal).
En la obra de Cortázar los animales son atraídos por ella, un perro bravo es dócil, mariposas en su cabello (no son las mariposas amarillas de Macondo) y cuando era niña jugaba con arañas. Destaca que su apellido, Mañara, es un juego de palabras para formar araña, y no precisamente como las concibió Louis Bourgeois (útiles y protectoras, como su madre).
En La Odisea, una de las actividades de Circe, cual araña, era tejer. Aunque Delia no utiliza un telar sí logra enredar a sus enamorados con sus licores (Rolo) y sus bombones (Héctor y Mario). Es así, que además de envolver a sus víctimas con su propio hilo vital, los domestica y hace que se pierdan a sí mismos.
Delia es una araña, una viuda negra incapaz de tener una relación, quien devora a sus parejas. Ese placer y apetito sexual es satisfecho cuando su pareja degusta sus bocadillos, como sucede con Mario cuando prueba los bombones de cucaracha.
Delia es a Circe como Mario a Ulises, muestra de ello está cuando en el periódico de la ciudad aparece que alguien se perdió en el océano atlántico. Ambos están conscientes de esta relación destructiva, en la que la mujer devora al hombre, pero éste consume a ella.
Esa mutua destrucción no surge desde el inicio, sino se va desarrollando a lo largo de la historia. Al principio puede entenderse como la historia del amor imposible (aunque no tan imposible), el chico de segundo de primaria que se enamora de la chica de quinto año; es así que él en ella ve madurez, inocencia, experiencia, por lo que los chismes que giran en torno a ella son mentiras, ataques contra su ídolo.
Los jóvenes viven una relación de oscuridad, de doble vida en el caso de Mario. Incluso, la mayor parte del relato sucede los domingos por la noche, que forma parte de esa vida que todos viven, desde Mario y sus padres hasta la familia Mañara.
Mario, un hombre capaz de agredir a un niño por proteger su amor; Delia, una mujer llena de secretos, sin pasado, y que tiene sus demonios internos que la invitan a preparar unos bombones cuyo relleno es puro veneno.
La oscuridad de los personajes nos invitan a pensar en el amor de varias formas: amar hasta la muerte, hasta perder la cordura, a pesar de tener el mundo en contra, y perdonar la vida a alguien que intentó asesinarte.
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