Piedad, dinero y venganza

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Pietá, film de Kim ki-duk donde hay un choque entre la figura maternal, el amor, el dinero y la venganza. Tomada de: oscarincine.com y collider.com

Por Néstor Ramírez Vega

La violencia es la protagonista de Pietá (Piedad), película del cineasta surcoreano Kim Ki-duk, representante de las corrientes vanguardistas en materia cinematográfica de su país. El director aborda, a partir del protagonista, problemas de su país, como es la pobreza, el endeudamiento de la gente y, como ya se mencionó, una atroz agresividad por parte de los cobradores.

Piedad es la historia de Lee Kang-doo (Lee Jung-jin), joven contratado por prestamistas que, al momento de cobrar a sus clientes, agrede y mutila a quienes no cuentan con el dinero exigido. Sin embargo, la vida de Kang-doo da un giro inesperado cuando conoce a Jang Mi-sun (Jo Min-su), su madre quien lo abandonó siendo un bebé.

Al inicio Ki-duk nos acerca con su lente a ver la atrocidad de la violencia ejecutada por el cobrador. Al ser mutilados, la mayoría de los endeudados no pueden trabajar en sus oficios. Al no poder ayudar a sacar adelante a sus familias, algunos se ocultan bajo el alcohol, muchos en el deseo de venganza y otros, en el suicidio.

Al ejecutar una orden, Kang-doo tropieza en la calle y suelta una gallina que le dieron como pago; sin embargo, una mujer toma al animal, se lo da al joven, y lo sigue. Posteriormente la señora intentará (y logrará) convencer al muchacho que ella es su madre, pero vendrá una venganza fantasmal.

Son varios los objetos que podrían analizarse en el film; sin embargo los más interesantes son los problemas psicológicos (y sexuales) de Kang-doo por el abandono de su madre, el papel del dinero y los préstamos en las clases bajas de Corea del Sur y la violencia, venganza, que es consecuencia del adeudo.

Cuando Kang-doo está convencido de que la mujer desconocida es su madre, él cambia en todos los aspectos, al grado de abandonar su trabajo y adquirir un comportamiento diferente, de preocupación e inocencia, lo cual es apreciable en su máximo punto cuando salen a dar un paseo.

La palabra piedad tiene varios significados, pero es un amor por los padres (en este caso la madre), lástima y misericordia, entre otros. Es ese amor por su madre el que hace que Kang-doo cambie, pero también es el perdón por el abandono.

Ese abandono también dejó problemas en el niño, quien incluso es incapaz de idealizar a su madre (en el dibujo de una mujer el rostro de ella no puede apreciarse). Kang-doo quiere poseer a su madre, que sólo sea de él, al grado de intentar poseerla contra su voluntad (aun en sueños).

Por otra parte, una de las razones del joven para abandonar su trabajo será el miedo de perder a su madre, su objeto del deseo, a partir de la venganza que quieran ejecutar los lisiados. Este miedo lo acosará y sacará de juicio al saber lo que es capaz de hacer su ex jefe.

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En lo que respecta al dinero, como bien lo dicen es el inicio y el fin de todo, porque así como puede traer fortuna, también trae penas y cargas enormes, peor si es en este modelo de préstamo, porque quienes lo piden son la gente más humilde, que al multiplicarse por 10 el adeudo es inimaginable que ellos puedan alcanzar dicha cantidad.

La mutilación que sufren quienes no pueden pagar será la solución para Kang-doo, pero también su problema. Aunque puedan cobrar su seguro, las personas sentirán ira y desprecio hacia el joven, buscando venganza, lo cual hará que el muchacho desconfíe de todos.

De inicio a fin Ki-duk amarra a los espectadores a sus butacas con una devastadora violencia. Conduce por espacios donde impera la pobreza a través de una fotografía impecable. Bien dicen que a todos nos llega nuestra hora de pasar factura; la venganza será llevada a cabo por la persona menos esperada.

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