La vuelta al día en ochenta mundos

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Fuente: editorialrm.com

Por Néstor Ramírez Vega

Catalogar puede ser lo más difícil del lenguaje. Muestra de ello lo vemos con la poesía, porque poesía no es sólo la escritura en verso, también es posible en prosa. La vuelta al día en ochenta mundos es más que libro común, no es sólo una recopilación de ensayos o cuentos, es una obra en la cual podemos ver todas las facetas de Cortázar, desde discusiones que tiene el autor consigo mismo hasta cuentos donde gallinas antropomórficas dominan el mundo.

Editado en México por Siglo XXI, La vuelta al día en ochenta mundos es atractivo desde su portada. La editorial antes mencionada lo realizó con un formato apaisado y una cubierta de cartón duro, ilustrado por una transformación de unos niños en sapos. El interior está lleno de imágenes y símbolos, muchos de ellos recuerdan las ilustraciones de los volúmenes de la edad media y la alquimia.

El libro abre a modo de soliloquio del autor, estableciendo las ideas bajo las que fue concebida la publicación. Una discusión sobre la autobiografía en América es el punto de arranque de los textos del libro. Sin embargo, es imposible seguir un orden lineal pues son artículos diferentes entre sí, aunque a veces los ejes temáticos pueden ser similares.

Cada capítulo es abordado de diferente forma, ningún ensayo se parece entre sí, mucho menos los cuentos y memorias personales; aun muestran el lado poético de Cortázar, así como el descriptor de actos, animales (su gato Adorno) y sus influencias y gustos como la obra de Lezama Lima y Carlos Gardel.

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Para poder comprender el libro hay que volverse un lector de Cortázar, sacar el lado más inocente de uno, así como comprender los términos cronopio, fama y esperanza, los cuales girarán en muchas ocasiones. Aunque no es obligación sí es favorable para gozar la narrativa.

Aunque parecieran erratas, hay palabras mal escritas a propósito, lo cual hace que cualquier pasaje se vuelve un paisaje, donde el detalle más mínimo tiene un valor que le dará un plus a la obra.

Un libro para todos y para nadie, personal y público, donde giran muchas tesis que maneja el autor, incluyendo el tema de la idiotez y la sorpresa constante, misma que fungirá como ojo revelador de los tesoros ocultos en las letras y las ilustraciones.

El lector relacionará inmediatamente el título con el del libro de otro Julio, Verne, pero será hasta el final cuando comprenderán por qué ochenta mundos. Libro fundamental en los amantes de Cortázar.

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